Me encuentro en Trinidad, en una casa de maternidad cubana. Aquí acuden mujeres cuyos hogares se encuentran lejos del centro hospitalario de referencia, y aquí permanecen hasta el momento del parto.
Obligadas a convivir con su común sentencia de dar a luz una nueva vida, comparten conmigo experiencias, miedos e ilusiones, en las que participo como invitado de honor.
Sé, que, posiblemente, las imágenes que os dejo no recojan la intensidad con que viví aquella tarde de primavera, pero para mí supuso abrir una nueva puerta dentro del mundo de la fotografía.